Y es que no lo puedo negar. Me
encanta ese olor a mañana, ese que me gustaría recordar cada
día. Te hace soñar
de nuevo, como si estuvieras dormida de nuevo, inmersa en el
mejor de los sueños, pero este es
real.
Estas a su lado, mirando cada centímetro de su cara, contando silenciosamente sus
lunares. Despertarle con un
beso para que seas lo primero en su despertar. Notar su respiración
calmada, fruto de los sueños ahora interrumpidos.
Me acerco poco a poco a su pecho. Allí me duermo, el sonido de su
corazón me relaja. Ahora es su turno despertarme, el
dulce sabor de unos labios
cálidos me arrancan de los brazos de Morfeo, pero
no me importa.
Ahora sus ojos son ávidos, llenos de
pasión, me dejo llevar somnolienta por ese nuevo sueño, está plagado de
sentimientos, recónditos y siempre escondidos.
Dormir a cada hora, en cada ocasión posible, sólo para
poder despertar a
su lado.